Prisma ODS Revista Científica Multidisciplinar
Volumen 4, Número 2 - Año 2025
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INTRODUCCIÓN
Alrededor del mundo hay un aumento constante en la cantidad de personas con edades
avanzadas y una disminución en la natalidad, por lo tanto, al paso del tiempo habrá más adultos
mayores dependientes de la atención y cuidados de otros. De acuerdo con las cifras de la OMS,
entre 2015 y 2050, el porcentaje de habitantes del planeta, mayores de 60 años, casi se
duplicará, pasando del 12% al 22%. (Rodríguez Feijóo, 2007) (Flores Villavicencio y otros,
2012) (Durán y otros, 2008) (García-Orihuela, 2022).
Es muy común que el deterioro cognitivo, los cambios biológico-fisiológicos, y la salud
psíquica se vean afectados en la vejez. En el adulto mayor, frecuentemente está presente algún
grado de incapacidad o dificultad para la realización de algunas actividades físicas, esto debido
a las limitantes que puede llegar a presentar por el deterioro gradual que el envejecimiento
provoca en el organismo y que hace que perdamos fuerza, coordinación y otras capacidades
que pueden llevarnos a un cierto grado de dependencia (Jima Cueva, 2014).
Precisamente, ese conjunto de condiciones incapacitantes, llegan a ser la causa del abandono,
maltrato físico, psicológico, sexual, económico u otra forma de violencia hacia el adulto mayor
(OMS, 2022).
Conocer la prevalencia de ese tipo de incidentes suele ser muy difícil, esto debido a que muchas
veces, el adulto mayor tiene miedo de hablar por temor a que su familiar o cuidador pueda
llegar hacerle algún daño, para evitar sentir vergüenza o sentimientos de culpa, e incluso, para
tratar de evitar una reacción aún más violenta de quienes ya le maltrataron, intuyendo que
posiblemente, sus quejas deriven en un abandono.
El abandono del adulto mayor puede conducir a síntomas depresivos. Aunque no sería el único
posible detonante, pues lo es también, la pérdida de un ser querido, las enfermedades, la pérdida
de capacidades físicas o mentales, la pérdida de patrimonio, u otras (Sarceño González, 2020).
El problema es que, de no atenderse esos síntomas depresivos, llegan a agravarse al grado de
resultar tan discapacitantes, como otras patologías, y también, por supuesto, conducir a la
muerte o al suicidio (OMS, 2025).
A menudo, la depresión coexiste con otras enfermedades, aunque en cada persona suele ser
muy diferente la reacción que se tiene ante las circunstancias, y también, la capacidad de
afrontamiento y adaptación, por lo que, en algunos adultos, los síntomas depresivos suelen ser